¿Por qué la gente se une a los cultos o sectas?

Cuando el reverendo Jim Jones fundó el Templo del Pueblo en 1955, pocos podrían haber imaginado su horrible final. Este movimiento religioso progresista aumentó en popularidad y ganó el apoyo de algunos de los políticos  más prominentes de San Francisco. Pero en 1977, en medio de revelaciones de lavado de cerebro y abuso, Jones se mudó con varios cientos de seguidores a establecer la comuna de Jonestown en Guyana. Considerado un paraíso utópico, la colonia era más bien un campo de prisioneros, y cuando una delegación del Congreso de EE.UU. fue a investigar sus condiciones, Jones ejecutó su plan final. El 18 de noviembre de 1978, murieron 909 hombres, mujeres y niños tras ser obligados a ingerir veneno.

Esa imagen lúgubre se ha inmortalizado  desde entonces en la lengua coloquial para referirse a esa mentalidad  estrecha, sectaria: "No te tragues ese sapo".

Hoy en día, hay miles de cultos alrededor del mundo. Es importante tener en cuenta  dos cosas acerca de ellos. Primero, no todos los cultos son religiosos. Algunos son políticos, de fundamento terapéutico, enfocados en la mejora personal, o de otro tipo. Y por otro lado, no todas las nuevas religiones son lo que denominamos cultos.


¿Qué define exactamente nuestra comprensión moderna de culto y por qué la gente entra en ellos? En términos generales, un culto es un grupo o movimiento que tiene un compromiso compartido hacia una ideología extrema, típicamente encarnada por un líder carismático. Y si bien algunos resultan letales como la de Jonestown o de la Puerta del Paraíso que terminó en el suicidio en masa de 39 personas en 1997, la mayoría de los cultos comparten características básicas.

Un culto típico requiere un alto nivel de compromiso de sus miembros y mantiene una jerarquía estricta, que separa a seguidores inocentes y reclutas del funcionamiento interno. Afirma dar respuestas a las preguntas más importantes de la vida a través de su doctrina, junto a la receta requerida para cambiar que transforma un nuevo miembro en un verdadero creyente. Y lo más importante, usa tanto sistemas formales como informales de influencia y control para mantener la obediencia de los miembros, con poca tolerancia al desacuerdo o al escrutinio externo.

Pueden preguntarse si algunas de estas descripciones también podrían aplicarse a las religiones establecidas. De hecho, la palabra "cultus" originalmente describía a la persona que cultivaba la adoración a ciertos dioses mediante rituales o manteniendo templos. Pero con el tiempo, llegó a significar devoción excesiva. Muchas religiones empezaron como cultos, pero se integraron al tejido social  más amplio conforme crecieron.

Un culto moderno, por el contrario, separa a sus miembros del resto. En lugar de dar directrices para que los miembros vivan vidas mejores, un culto busca controlarlos directamente, desde las relaciones personales y familiares, hasta los activos financieros y los cambios de vida. Los cultos también exigen  obediencia a los líderes humanos que suelen ser personas muy persuasivas con rasgos autoritarios y narcisistas motivadas por el dinero, el sexo, el poder, o las tres cosas. Mientras que el líder de un culto usa su carisma para atraer seguidores, la ampliación subsiguiente actúa en un esquema de pirámide, en el que los nuevos miembros reclutan a otros.

Los cultos son expertos en saber a quién apuntar, a menudo se centran en los nuevos en una zona, o en quien ha pasado recientemente por una pérdida personal o profesional. La soledad y la búsqueda de sentido nos hacen susceptibles hacia las personas amigables que ofrecen comunidad. El reclutamiento puede ser sutil, a veces demora meses establecer una relación. De hecho, más de 2/3 de los miembros del culto son reclutados por amigos, familiares o colegas del trabajo cuyas invitaciones son  difíciles de rechazar.

Ya en el culto, se somete a los miembros a varias formas de adoctrinamiento. Algunas juegan con la inclinación natural a seguir órdenes o pautas sociales. Otros métodos pueden ser más intensos mediante técnicas de persuasión coercitiva que apelan a culpa, vergüenza y miedo. Y en muchos casos, los miembros pueden someterse por deseo de pertenecer y de alcanzar las recompensas prometidas.

El ambiente de culto desalienta el pensamiento crítico, por lo que es difícil expresar dudas si todos alrededor profesan fe absoluta. El conflicto interno resultante, conocido como disonancia cognitiva, mantiene la sumisión, dado que cada compromiso hace más doloroso admitir que te han engañado. Y aunque la mayoría de los cultos  no llevan a sus miembros a la muerte, pueden ser perjudiciales. Al negar libertades básicas de  pensamiento, palabra y asociación, los cultos atrofian el crecimiento psicológico y emocional de sus miembros, un problema particular para los niños, que se ven privados de hitos y actividades normales del desarrollo. No obstante, muchos miembros de cultos encuentran la manera de salir, sea a través de la propia realización, la ayuda de la familia y los amigos, o porque el culto se desmorona por presiones externas o escándalos.

Muchos cultos pueden ser difíciles de identificar, Y para algunos, sus creencias, sin importar lo extrañas que sean, están protegidas bajo la libertad religiosa. Pero cuando entre sus prácticas hay acoso, amenazas, actividades ilegales o abuso, la ley puede intervenir. Creer en algo no debería ser a costa de la familia y los amigos, y si alguien te pide que sacrifiques tus relaciones o tu moral por el bien mayor, lo más probables es que te esté explotando.

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